La mujer se enfrenta al rechazo laboral, porque se piensa que las actividades de un hombre y una mujer deben de ser distintas; sin embargo ambos pueden realizar lo mismo, pero con sus limitantes físicas”.
Es menester promover capacitación y sensibilización en materia de igualdad de género, para evitar que las empresas e instituciones públicas revaloricen el rol de la mujer en oficios convencionales.
Los procesos de mundialización, reestructuración económica y flexibilización de la producción han provocado cambios en las pautas de empleo. Para todos los trabajadores, el empleo se ha tornado más inseguro e inestable, y un creciente número de mujeres necesitan y quieren generar rentas independientes. En las últimas décadas, los cambios en los perfiles demográficos y en el empleo han afectado a las vidas cotidianas de los hombres, las mujeres y las familias. Ha habido un aumento en la esperanza de vida, una disminución del tamaño de las familias, mayor movilidad de las personas y se ha incrementado el número de las familias con dos fuentes de ingresos y de las familias monoparentales. Los plazos y las condiciones de participación de los hombres y las mujeres en el mercado de trabajo se han redefinido. A medida que se ha introducido mayor flexibilidad en los procesos productivos y se ha expandido el sector de los servicios, la demanda del trabajo femenino ha aumentado. Pero la reforzada participación de la mujer en el empleo retribuido no se ha debido sólo a factores y condicionamientos económicos, sino que responde también a cambios en las percepciones y aspiraciones de las mujeres con respecto a su papel en la sociedad y a sus prioridades en la vida. Hoy es mayor que antes la proporción de la mano de obra que se enfrenta a las exigencias contrapuestas del trabajo y de las responsabilidades familiares. Han emergido nuevas tendencias en la participación en la mano de obra.
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