domingo, 4 de julio de 2010

El Mundial en las escuelas

El campeonato mundial de fútbol de Sudáfrica ya está llegando a su fin y, como la euforia mundialista ha bajado sus decibeles, queda espacio, entonces, para algunas reflexiones en otros ámbitos, como, por ejemplo, los escolares.
Como se recordará, fue motivo de debate en el Ministerio de Educación de la Nación si se iba a permitir a los alumnos presenciar los partidos del equipo argentino durante las horas de clase, siempre que algún encuentro coincidiera con la jornada escolar.
Finalmente, se decidió dar la autorización porque, de otro modo, era evidente que iban a ser muchísimos los estudiantes que iban a dejar de asistir, igualmente.
Una de las razones argüidas fue que se podía aprovechar la ocasión para encontrar nuevos contenidos para estudiar en las aulas: geografía e historia de los países participantes, por ejemplo. Efectivamente, temas no faltaron, e incluso el ministerio mencionado se comprometió a distribuir material especialmente preparado para esta ocasión para que los docentes y los alumnos transformaran el encuentro en un "hecho pedagógico".
Los materiales de la cartera educativa no llegaron a destino en todos los casos, aunque en la última reunión del Consejo Federal el ministro Alberto Sileoni trató el tema con sus pares y se le informó sobre el buen impacto que había tenido el material, sobre todo en las escuelas secundarias (se repartieron 190.000 revistas, 240.000 láminas y 16.000 CD).
En los establecimientos que no lo recibieron, las autoridades decidieron hacer sus propios proyectos, por lo que muchos maestros y profesores aplicaron criterios personales, lo cual tampoco está mal si se piensa que la "motivación", este término técnico que ha sobrevivido a todas las modas educativas, tiene su razón de ser en los intereses de los alumnos y, por supuesto, el Mundial ha sido -probablemente lo siga siendo hasta el domingo próximo, cuando se dispute el partido final- uno de ellos.
Sin embargo, es de desear que, aunque la Argentina esté ya fuera de la competencia, no se dejen de lado ni los materiales que distribuyó parcialmente el ministerio ni los proyectos individuales puestos también en marcha. Por una parte, porque los niños y los jóvenes pueden sacar provecho de ellos y entender que esta derrota se produjo tan sólo en una competencia deportiva, un simple juego y no la vida, para que nadie sienta una inútil frustración.
Por otro lado, porque en Sudáfrica los jugadores de todo el mundo dieron también una gran lección, todas las veces que en la cancha se leyeron declaraciones contra la discriminación y el racismo. Sólo por esto, este Mundial de Fútbol hecho en la tierra donde durante muchísimos años se mantuvo el apartheid ya es digno de pasar a la historia y ser estudiado en todas las escuelas.

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