martes, 6 de mayo de 2014

Acerca de la enseñanza de la Matemática

Los conocimientos matemáticos que pueblan las aulas responden habitualmente a títulos reconocidos por los docente: los Números Naturales y sus Operaciones, los Números Racionales y sus Operaciones, el estudio de las Figuras y de los Cuerpos Geométricos, de sus propiedades; y aquellos aspectos relacionados con las magnitudes, las medidas y las proporciones.
Ahora bien, con estos mismos “títulos”,  podrían desarrollarse en su Escuela proyectos de enseñanza con características muy diferentes y, eventualmente, los aprendizajes de los alumnos también serían diferentes.
¿Por qué afirmamos esto?
Hay muchas maneras de conocer un concepto matemático. Las mismas dependen de todo lo que una persona (en este caso, los alumnos) haya tenido oportunidad de realizar con relación a ese concepto. O sea, el conjunto de prácticas que despliega un alumno a propósito de un concepto matemático constituirá el sentido de ese concepto para ese alumno. Y si los proyectos de enseñanza propician prácticas diferentes, las aproximaciones que tendrán los alumnos a los conocimientos matemáticos serán muy diferentes.
¿Cómo son determinadas esas prácticas?
Algunos de los elementos que configuran esas prácticas son, entre otros:
  • Las elecciones que se realicen respecto de los tipos de problemas, su secuenciación, sus modos de presentación que se propongan a los alumnos
  • Las interacciones que se promuevan entre los alumnos y las situaciones que se les propongan
  • Las modalidades de intervención docente a lo largo del proceso de enseñanza
De allí que en los contenidos de enseñanza sería interesante que están formados tanto por esos títulos fácilmente reconocibles (los números, las operaciones, etc.), como por las formas en que son producidos y las prácticas por medio de las cuales se elaboran. La intención es acercar a los alumnos a una porción de la cultura matemática identificada no sólo por las relaciones establecidas (propiedades, definiciones, formas de representación, etc.) sino también por las características del trabajo matemático. Por eso, las prácticas también forman parte de los contenidos a enseñar y se encuentran estrechamente ligadas al sentido que estos contenidos adquieren al ser enseñados.
¿Cuáles son algunas de las marcas que se pueden identificar como parte de las prácticas matemáticas?
El avance de la matemática está marcado por problemas externos e internos a esta disciplina que han demandado la construcción de nuevos conocimientos. Una característica central entonces del trabajo matemático es la resolución de diferentes tipos de problemas.
Para que los alumnos puedan también involucrarse en la producción de conocimientos matemáticos, será necesario -aunque no suficiente- enfrentarlos a diversos tipos de problemas. Un problema es tal, en tanto y en cuanto permite a los alumnos involucrarse en el desafío de resolverlo a partir de los conocimientos disponibles y les demanda la producción de ciertas relaciones en la dirección de una solución posible, aunque esta, en un principio, resulte incompleta o incorrecta. Ahora bien, hay todo un recorrido a pensar desde la enseñanza que permita establecer puentes –no del todo claros- entre las resoluciones genuinas que producen los alumnos y aquellas más convencionales, más económicas, más formales.
Otra característica de la actividad matemática es el despliegue de un trabajo de tipo exploratorio: probar, ensayar, abandonar, representar para imaginar o entender, tomar decisiones, conjeturar, etc. Algunas exploraciones han demandado a los matemáticos años de trabajo e incluso muchos problemas y preguntas elaborados hace mucho tiempo siguen en esta etapa de exploración porque aún no han sido resueltos. Por lo tanto, en la escuela se deberá ofrecer a los alumnos -frente a la resolución de problemas- un espacio y un tiempo que autoricen los ensayos y errores, habiliten aproximaciones a la resolución que muchas veces serán correctas y otras tantas incorrectas, propicien la búsqueda de ejemplos que ayuden a seguir ensayando, probar con otros recursos, etc. Explorar, probar, ensayar, abandonar lo hecho y comenzar nuevamente la búsqueda es parte del trabajo matemático que se propone desplegar en el aula.
Otro aspecto que es posible identificar se refiere a la producción de un modo de representación pertinente para la situación que se pretende resolver. A lo largo de la historia, los modos de representar también han sido una preocupación para los matemáticos. Las diferentes formas de representación matemática forman parte del conocimiento en cuestión. Será necesario favorecer en la escuela, tanto la producción de representaciones propias por parte de los alumnos durante la exploración de ciertos problemas, como el análisis, el estudio y uso de diversas formas de representación de la matemática. El establecimiento de puentes entre las representaciones producidas por los alumnos y las que son reconocidas en la matemática será también objeto de estudio.
Muchos problemas o preguntas que han surgido a lo largo de la historia de la matemática han admitido respuestas que no podían ser probadas inmediatamente y otras aún no tienen demostración. Estas respuestas, hasta que adquieren carácter de verdad, son reconocidas con el nombre de conjeturas.
En las interacciones que se propicien en el aula, a raíz de la resolución y análisis de diferentes problemas, se podrá promover que los alumnos expliciten las ideas que van elaborando (las respuestas que encuentren, las relaciones que establezcan, etc.) aún cuando no sea claro para ellos, desde el principio, si son del todo ciertas. Estas ideas y las respuestas provisorias que producen los niños son conjeturas o hipótesis que demandarán más conocimientos para que dejen de serlo. El quehacer matemático involucra también determinar la validez de los resultados obtenidos y de las conjeturas producidas, es decir recurrir a los conocimientos matemáticos para decidir si una afirmación, una relación, un resultado son o no válidos y bajo qué condiciones. Es necesario entonces que los alumnos puedan, progresivamente, “hacerse cargo” por sus propios medios -y usando diferentes tipos de conocimientos matemáticos- de dar cuenta de la verdad o falsedad de los resultados que se encuentran y de las relaciones que se establecen.
Determinar “bajo qué condiciones” una conjetura es cierta o no, implica analizar si aquello que se estableció como válido para algún caso particular funciona para cualquier otro caso o no. A veces la validez de una conjetura será para todos los casos, pudiendo elaborarse entonces una generalización. Otras veces la conjetura será válida sólo para un conjunto de casos. Generalizar o determinar el dominio de validez es parte también del trabajo matemático.
Una última característica a destacar del trabajo matemático es la reorganización y el establecimiento de relaciones entre diferentes conceptos ya reconocidos. Reordenar y sistematizar genera nuevas relaciones, nuevos problemas y permite producir otros modelos matemáticos.
En definitiva, no se trata de enseñar en la escuela primaria algunas técnicas para que luego, más adelante, sólo algunos alumnos accedan a las maneras de pensar y producir en matemática, sino que se intenta, que, desde los primeros contactos con esta disciplina, estudiar matemática sea una forma de acercarse a sus maneras de producir.
Para finalizar esta breve síntesis, vale la pena destacar que propiciar que los alumnos se enfrenten a diferentes tipos de problemas, se animen a explorar, ensayar, buscar formas de representar las relaciones que elaborando, intenten dar cuenta de la validez o no de lo producido, buscar generalizar algunas relaciones requiere de un trabajo sistemático que no puede “caer” bajo la responsabilidad de un solo docente.
Demanda analizar las condiciones que harían viable una propuesta de esta naturaleza, y que les permita a los docentes actuar, en cierta medida, de manera similar a la que se sugiere que “funcionen” los alumnos. Es decir, se trata entonces de analizar el modo en que se generan condiciones de manera tal de que los docentes puedan también identificar y resolver problemas de enseñanza, buscar o elaborar proyectos fundamentados, probar nuevos recorridos, descartar lo que no funciona, reiniciar o modificar aquellos aspectos que le resulten poco sustantivos, etc. Resultaría contradictorio exigir a los alumnos este tipo de trabajo y que nosotros, los docentes, no lo llevemos a cabo en nuestras Instituciones.
De la misma manera, resultaría contradictorio que solicitemos a los alumnos producir relaciones matemáticas interactuando con sus compañeros, discutiendo ideas, y nosotros los docentes no lo hagamos. Este desafío no puede ser asumido por cada uno de manera particular.
En consecuencia resulta necesario configurar nuevos escenarios que den lugar a la producción de ideas vinculadas a los objetos de enseñanza y que contemplen condiciones para que los alumnos se involucren activamente en el tipo de tarea descripta anteriormente. Esta producción por parte de las Instituciones resultará original y supone una ruptura con las prácticas en las que hemos sido formados. De allí que seguramente solo podrá desarrollarse en un espacio colectivo de trabajo que se constituye en ámbito de elaboración, validación y sostenimiento de proyectos de enseñanza.
*Docente e Investigador de la UNIPE, Integrante de la Dirección de Curriculum, Mrio. de Educación, CABA.

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